Tecún Umán, Guatemala, 19 de enero de 2020 (AP). — Más de un millar de migrantes, la mayoría hondureños, descansaban el sábado en un puente en la frontera entre Guatemala y México, aguardando la llegada de otros, con la esperanza de que formar un grupo más numeroso aumente sus posibilidades de ingresar al país y seguir su camino hacia Estados Unidos.
Las autoridades mexicanas permitieron que algunas decenas de migrantes ingresaran al país a través del puente, mientras una voz por altoparlante les advertía que, aunque lleguen a Estados Unidos, tal vez no obtengan asilo allí.
Al otro lado del río que separa Tecún Umán de la localidad fronteriza de Ciudad Hidalgo, soldados de la Guardia Nacional de México con escudos antimotines fueron llegando en camiones durante la tarde del viernes en anticipación del próximo movimiento de los migrantes.
El gobierno de México dijo que los migrantes que entren en su territorio sin registrarse no podrán pasar de la zona fronteriza, pero los que buscan asilo u otras protecciones podrán solicitarlas y legalizar su estatus.
Funcionarios guatemaltecos contaron más de 3.000 migrantes registrados en pasos fronterizos de entrada en los últimos días, aunque otros pasaron sin inscribirse.
Sonia Eloina Hernández, la alcaldesa de Ciudad Hidalgo, señaló que las autoridades esperaban la llegada de un gran número de migrantes.
“Nos estamos preparando, no sabemos exactamente cuánta gente venga”, dijo.
Alrededor de 148 migrantes entraron a Ciudad Hidalgo en los últimos días y pidieron asilo, apuntó Hernández. Al menos 500 más estaban alrededor de Tecún Umán esperando.
Con la caída de la noche el viernes, los migrantes intentaron dormir en el lado guatemalteco del puente, con sus cabezas apoyadas sobre sus mochilas y los niños tendidos entre sus padres. Prendas húmedas colgaban de las cercas. Otros mataban el tiempo jugando al fútbol en la orilla del río Suchiate.
“Tenemos que esperar a ver qué pasa”, dijo Tania Mejía, una madre hondureña de 25 años que, junto a su hijo de seis años y a su hija de tres, ocupaba unos pocos metros (pies) cuadrados junto a un árbol en el acceso al puente.
Mejía quería ser una de las primeras en cruzar, pero consideraba su deseo con la seguridad de sus hijos y la idea de que podría quedarse atrás para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.
Tenía todavía fresco el recuerdo de las dos primeras caravanas de migrantes en las que viajó sola, una a finales de 2018 y la otra en la primavera de 2019. Sabía que la situación podía agravarse si las fuerzas de seguridad intentaban impedir la entrada a México.
“Dicen que los mexicanos no van a dejar pasar, pero ¿quién sabe?”, dijo.
Si fuera necesario, agregó, podría tener que vadear el río como hizo una de las veces anteriores. En esta ocasión, su objetivo no era llegar a Estados Unidos, sino al norte de México.