Ciudad del Vaticano, 12 de febrero de 2020 (AP).- El Papa Francisco declinó el miércoles aprobar la ordenación de hombres casados para abordar la falta de sacerdotes en la Amazonía, esquivando un asunto espinoso que ha dominado el debate en la Iglesia católica implicando incluso al papa emérito Benedicto XVI.
En un esperado documento, el pontífice no mencionó siquiera las recomendaciones de los obispos de la región para considerar la ordenación de hombres casados y mujeres como diáconos. En su lugar, instó a los religiosos a rezar por más vocaciones sacerdotales y a enviar misioneros a la región, donde los fieles viven en comunidades remotas y pueden estar meses, e incluso años, sin ir a misa.
La omisión del asunto por parte de Francisco decepcionó a los progresistas, que esperaban que al menos pusiera en estudio. Y alivió a los conservadores, que han empleado el debate sobre el celibato de los curas para fortalecer su oposición al papa, a quien algunos han acusado de herejía.
La mayor parte del documento, llamado “Amada Amazonía”, es en cambio una carta de amor a la selva amazónica y a sus pueblos indígenas escrita por el primer papa latinoamericano de la historia, quien lleva años preocupado por la explotación violenta de la tierra, la importancia crucial de la región para el ecosistema global y las injusticias cometidas contra sus gentes.
El documento va dirigido a todos los pueblos del mundo “para ayudar a despertar su cariño y preocupación por esa tierra que es también nuestra, e invitarlos a valorarla y a reconocerla como un misterio sagrado”.
Esta es, en muchos sentidos, una versión sintetizada y centrada de la histórica encíclica medioambiental escrita por el papa en 2015, “Laudato Si” (“Alabado seas”), en la que criticaba a los países ricos y a las corporaciones multinacionales por destruir los recursos naturales del mundo y empobrecer a los más desfavorecidos para su propio beneficio.
El papa dijo que tiene cuatro sueños para la Amazonía: que se respeten los derechos de los pobres, que se celebren sus riquezas culturales, que se preserve la belleza natural y la vida de la Amazonía, y que las comunidades cristianas muestren rasgos amazónicos.
Francisco había convocado a obispos de los nueve países de la Amazonía a una reunión de tres semanas en octubre para debatir las vías de que dispone la iglesia para ayudar el conservar el delicado ecosistema ante el calentamiento global y para servir mejor a la gente de la región, que suele vivir en comunidades aisladas o en ciudades pobres.
El jesuita argentino es, desde hace mucho tiempo, sensible a la difícil situación de la Amazonía, donde las iglesias protestante y pentecostal roban ganan fieles ante la ausencia de vibrantes comunidades cristianas que celebren Eucaristía con regularidad.
Grupos que abogan por la ordenación sacerdotal y un papel más importante para las mujeres en la Iglesia atacaron el documento. Francisco dijo que su negativa a la ordenación de mujeres les evita el riesgo de ser “clericalizadas” o colocadas en un pedestal.
“Está fallando a su deber como líder con el poder de efectuar cambios positivos y enfrentar la discriminación”, dijo Miriam Duignan, del Instituto Wijngaards de Investigaciones Católicas, una institución progresista con sede en Gran Bretaña.
Kate McElwee, directora ejecutiva de la Conferencia por la Ordenación de las Mujeres, sostuvo que el documento traiciona a las mujeres en el Amazonas y en todas partes donde realizan la mayor parte de la obra de la iglesia, transmiten la fe de generación en generación y sin embargo no reciben el menor reconocimiento oficial ni autoridad.
“Reconocer la obra de las mujeres con la ordenación diaconal sería un paso inicial y básico para rectificar el mal del sexismo institucional que tiene maniatada a nuestra iglesia en su intento de responder a las crisis morales de nuestro tiempo”, dijo McElwee en un comunicado.