México, 11 de agosto de 2022.- Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, se pronunció por una reforma fiscal que grave la acumulación del capital en manos del 1 por ciento más acaudalado del país, a fin de lograr una auténtica redistribución de la riqueza y reducir la inmensa brecha entre personas adineradas y en situación de pobreza.
El coordinador de Morena recordó que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) la llamada clase alta representa apenas el 0.8 por ciento de la población total.
La reforma fiscal que presentó Gustavo Petro, nuevo presidente de Colombia, coincide con los cambios aplicados en México, y además grava la acumulación de capital del 2 % de la población más adinerada. Para acabar con la pobreza, podríamos seguir esa ruta.https://t.co/Kar3gwUsKb
— Ricardo Monreal A. (@RicardoMonrealA) August 11, 2022
En un texto de su autoría titulado ¿Se puede acabar con la pobreza?, el político de Zacatecas reconoce que la pobreza es una realidad que lacera, que lastima y que indigna.
«Es una situación que implica falta de recursos para satisfacer necesidades básicas, y la exclusión del acceso a derechos humanos como salud, educación y alimentación saludable, o servicios como agua potable y drenaje».
Destaca que la pobreza es resultado de procesos históricos, como la época colonial, lo que explica en buena medida que la población mundial que mayormente se encuentra en esta situación se agrupe en África subsahariana, que no había sido explorada ni invadida por los europeos al no tener contacto con el mar Mediterráneo; la región de América Latina y el Caribe, que fue drásticamente saqueada y, por otro lado, el subdesarrollo que existe en el campo, que afecta a las regiones antes citadas y a Asia meridional, cuya principal actividad económica es la agricultura.
Señala que esta acumulación de riqueza, fruto del despojo, generó una enorme brecha social que el sistema capitalista moderno aún conserva.
Refiere que el segundo banco más grande de Suiza, Credit Suisse, informó que incluso durante la pandemia, en 2020, por primera vez en la historia el número de personas adultas millonarias superó el uno por ciento de la población mundial, mientras la ONU advirtió que la crisis sanitaria significó un retroceso de 27 años en materia de pobreza extrema en la región de América Latina y el Caribe.
Señala que en este este contexto, la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, y la presentación de una reforma fiscal al Congreso de su país, como el primer gran paso de su administración, representan un cambio positivo para el pensamiento político de la región, que se encuentra en consonancia con los cambios propuestos por el presidente Andrés Manuel López Obrador y aprobados por el Congreso de la Unión.
Destaca que la propuesta de Petro es clara:
Acabar con los beneficios tributarios de las personas con mayores ingresos, combatir las tácticas de evasión fiscal para aumentar la recaudación y con ésta financiar una ambiciosa política social.
En sus palabras: “[El] objetivo es que paguen las personas de más de 10 millones de ingresos mensuales (2,300 dólares), que son el dos por ciento de la población de más altos ingresos”.
Progresividad, equidad, eficiencia y suficiencia son los ejes de la reforma presentada, la cual es acorde con los cambios realizados en México, pero incluso apunta un poco más allá.
Reconoce que las promesas del presidente López Obrador de no crear nuevos impuestos, no aumentar los ya existentes y no contraer nueva deuda fueron excelentes para demostrar que la recaudación puede aumentar considerablemente, sólo fortaleciendo el Estado de derecho.
Pero, aclara que para lograr una auténtica redistribución de la riqueza, que aspire a reducir la inmensa brecha entre personas adineradas y en situación de pobreza, «se necesita formular una reforma fiscal que grave la acumulación del capital en manos del uno por ciento más acaudalado».
Menciona que la pregunta sobre si es posible acabar con la pobreza, no se responde con simples discursos ni con mediciones, sino con inversión para el desarrollo de las comunidades menos favorecidas y con un sistema tributario redistributivo que no tema recaudar en la cúspide de la pirámide económica.