México, 26 de julio.- En una emotiva ceremonia celebrada en el Zócalo capitalino, la presidenta Claudia Sheinbaum encabezó el acto conmemorativo por los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlán, donde reivindicó la grandeza del legado indígena y lo vinculó con el espíritu de justicia y dignidad que impulsa, dijo, el proyecto de la Cuarta Transformación.
Ante integrantes de pueblos originarios, representantes del Gobierno de México y de la Ciudad de México, así como niñas, niños y familias reunidas en la plaza pública más importante del país, Sheinbaum recordó que Tenochtitlán no es un pasado muerto, sino “el pulso vivo que late bajo nuestra ciudad capital”, presente en las costumbres, lenguas, alimentos y la identidad cultural de millones de mexicanas y mexicanos.
“Tenochtitlán fue mucho más que una ciudad majestuosa; fue un símbolo de organización, de ciencia, de arte y de visión”, expresó la mandataria, al destacar el carácter civilizatorio del pueblo mexica, fundado en la armonía con la tierra, los astros y las deidades.
Durante su discurso, Sheinbaum recordó el mito fundacional del águila devorando una serpiente sobre un nopal en medio del lago de Texcoco, señal sagrada que guió a los mexicas desde Aztlán hasta el corazón del Valle de México, donde se erigió una de las urbes más impresionantes del mundo prehispánico.
La presidenta también dedicó parte de su mensaje a reflexionar sobre las consecuencias de la conquista española, que no sólo destruyó físicamente la ciudad mexica, sino que dio inicio a un prolongado proceso de colonización destinado a borrar los rastros del mundo indígena.
“Se buscó avergonzarnos de nuestro origen indígena. Ser indígena fue sinónimo de atraso, de ignorancia, de barbarie. Esa fue quizá la herida más profunda que estamos obligados a curar”, dijo
Sheinbaum, quien acusó que esa discriminación se profundizó aún más hacia las mujeres indígenas, despojadas de poder, voz y reconocimiento.
En este sentido, afirmó que la Cuarta Transformación representa también un proyecto de dignidad, enfocado en saldar la deuda histórica con los pueblos originarios, reconociendo sus derechos, culturas y aportes a la nación.
“Por primera vez el Gobierno de México ha puesto en el centro a quienes fueron históricamente relegados. (…) La Cuarta Transformación no es solamente un proyecto económico o político, es sobre todo un proyecto de dignidad, un proyecto que reconoce que no puede haber justicia verdadera si no empezamos por saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas, que no puede haber democracia real si se excluye la voz de quienes llevan siglos resistiendo”, dijo.
Y subrayó que se han elevado a rango constitucional sus derechos, su tierra, su lengua y su cultura, además de pedir perdón por las atrocidades del pasado.
Por su parte, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina, rindió también homenaje al legado mexica y celebró la conmemoración impulsada por Sheinbaum.
Invitó a los asistentes a imaginar el paisaje ancestral de la gran laguna donde se fundó la ciudad, y evocó el momento mítico en que el águila mensajera de Huitzilopochtli se posó sobre el islote para marcar el nacimiento de Tenochtitlán.
“Este momento marcó el fin de una larga peregrinación y el comienzo de una civilización destinada a trascender el tiempo”, expresó Brugada.
Destacó que México-Tenochtitlán fue “prodigio de ingeniería, de arte, de organización”, y que su herencia vive no sólo en los vestigios arqueológicos, sino en los barrios populares, en los pueblos que aún siembran, en las lenguas indígenas que resisten y en las mujeres que enseñan a sus hijos a hablar náhuatl
Brugada hizo un llamado a honrar tanto a los héroes históricos como a las deidades femeninas del mundo mexica —Coatlicue, Coyolxauhqui, Tlaltecuhtli— y concluyó citando la Crónica Mexicana:
“Nunca se olvidará lo que vinieron a hacer, su historia, su recuerdo, su renombre. Mientras exista el mundo, vivirá por siempre la gloria de México-Tenochtitlán”.
En su cierre, Sheinbaum reiteró que recordar el origen no es vivir en el pasado, sino caminar con una brújula viva. “Quien no recuerda sus raíces camina sin sombra ni rumbo.

